Somos muy afortunadas
No podemos estropear nuestra fortuna
Con la preocupación por personas
Desafortunadas
No es nuestra culpa
Toda esa gente muerta de hambre
Somos recompensadas
Con la ropa interior sucia
De nuestros maridos
En una cesta y con las emociones
Desechadas de
Nuestros hijos
En el jardín hay unas prímulas para cortar
Y disponer en un vaso sobre la mesa de la cocina
Al final del día
Se habrán marchitado
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Quien puede negar, que la vida misma no es una serie de sueños marchitos, que nos moldean el alma y aplacan las ideas, nos llevan a pensar que lo cotidiano y monotono es lo correcto. no dejemos pasar mas esto, lo marchito florece con la naciente del dia.
ResponderEliminarsaludos desde el sur
acá estás. me costaba encontrarte en el otro apartado. que suerte haber conocido esto.
ResponderEliminarQue sutil es la mecánica dentro-fuera que imperceptible y lógico puede llegar a ser fregar un calzoncillo con el pubis amarillo.
De este me llama la atención el cierre, el broche de oro, tanto así me gusta.
ResponderEliminarY que escriba de hijos.
Pero no encuentro la palabra con qué calificar esta sensación de haber encontrado algo que atrapara mi interés en la psiquis del escrito.
Algo mas, me refiero, aparte del autoestudio.
Para mi estuvo bien, la sensación, hablo de ella, pues el escrito se puede imprimir.